domingo, 1 de enero de 2017

Una buena compañía



No hacía falta que cantara
el gallo despertador…
el gaucho madrugador
ya está en marcha cuando aclara.
Mientras el mate prepara
busca “el radio” con esmero,
como es un hombre campero
una milonga lo piala…
ahí lo espera a Coco Ayala
o tal vez a Pellejero.

“El radio”, cosas le cuenta
a más de escuchar cantores…
si los días son mejores
o si ha de venir tormenta.
Después, airoso, comenta
de qu’él primero lo oyó,
ningún programa perdió
y aunque mucho ruido hacía,
al ruido le hizo porfía
y a la Lanusse lo escuchó.

Al hombre lo ha visto criarse
la Provincia ‘e Buenos Aires;
lo emocionan los donaires
de un decidor al floriarse.
O un payador, al cruzarse
con algún bardo uruguayo,
o, como ya le detayo,
de un jinete oír l’hazaña
que le hizo perder la mañana
y el invicto a’lgún cabayo.

Y así, un radio-servicio,
pa’lgún cumpleaño el saludo,
una charla medio al ñudo
o una fiesta a beneficio.
Y junto al alba, al inicio
de la jornada se apresta
a encarar en forma honesta
su trabajo sin descanso,
pa’mas luego, al tranco manso,
descabezar una siesta.

Por la tarde, la tarea
la desarroya muy pancho,
cái junto al sol en su rancho
y de su pingo se apea.
Su gurí revolotea
y él, lo besa con terneza.
Don Secundino Cabezas
un cantor está floriando,
“del radio” lo están yamando…
pa’ la cocina enderieza.

Otro programa campero,
otra’udición bien sureña
y de su atención se adueña
ese locutor sincero.
Por eso decirles quiero
que’l crioyo, a más de su honor,
con un pingo, un perro flor,
“el radio” y buena mujer
sin duda habrá de tener
la compañía mejor.



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