sábado, 16 de febrero de 2013

El azulejo overo



Esa vez que don Roberto
me regaló el potro overo,
salí a buscarlo al potrero
con el corazón abierto.
El campo daba un concierto
y no podía sujetar
la alegría al galopar
y al encontrarlo al clinudo,
andaba con otro crudo
entre caballos de andar.

Y al llegar, como jugando,
ellos solos se apartaron,
los dos potritos que entraron
en la punta, retozando.
Despacio fueron pasando,
mansamente, sin apuro,
esos dos criollitos puros
que al dir entrando en la manga,
me alivianaban la changa
porque allí estaban seguro.

Cuando lo hube embozalao,
lo até cortón en el palo,
donde bramaba de malo
y por demás disconfiao.
Después que estuvo aliviao
en pocos días, les cuento,
se me hizo el presentimiento
que tal vez sobresaliente
saliera, por que obediente
se mostraba siempre atento.

Y al estar manso de abajo
bien sobao por los ijares,
lo agarró Claudio Tobares
pa terminar el trabajo.
Con la habilidad que trajo
por herencia natural
pues Cacho, en forma cabal,
deja al hijo en cada intento,
camperos conocimientos
por ser del medio rural.

Y al tenerlo embozalao
y maneado de adelante,
se disponen al instante
dejarlo al potro tirao.
Con el cabresto pasao
por las manos, en forma tal
pasan la cruz del bagual
bajo la otra mano al frente
y va a parar nuevamente
a la argolla del bozal.

Y al quedar así arrolao
derecho, el bocao bien puesto,
rienda prendida a un cabresto
por sobre el lomo amarrao.
Claudio el cabresto agarrao
y a Cacho el tenerlo toca,
Claudio se afirma y provoca
del potro de un salto adelante
y el bagual en ese instante
queda tirao en la boca.

Lo ensillan prolijamente
manos y patas maniadas,
y llegan a la cinchada
con movimientos prudentes.
Conocimiento evidente
es en la doma campera
el sacarlo a la asidera
pa'que dentre el lomo'aflojar,
no se arrastre a corcovear
ni dispare campo afuera.

Busca,  cuando está de rienda,
como redomón corriente
el momento, justamente,
que allí el domador comprienda,
pa que el animal entienda
y aprienda a ser liberal,
enfrenarlo es ideal
en un día bueno y temprano
con un frenito liviano
y un trapo envuelto con sal.

No se debe colocar
el freno muy ajustao,
ni tampoco muy colgao
porque se puede golpiar.
Bien calzada ha de quedar
la cabezada que escoja,
ni apretada, ni muy floja:
justo ha de ser lo más bueno.
Aprende a tascar el freno
jugando con la coscoja.

Si se ofrece camperiar
prendiéndole a la asidera
un arrastrín o lo que quiera
que necesite arrastrar,
o también pa trabajar
apartando en un corral,
pa'los dos laos servicial
vuelca si usted lo provoca
al ser sujeto'e la boca
se me hace más liberal.

Quieto queda si lo enrienda,
al ir pisando el estribo
pero es entre otros motivos
muy avispado en la senda;
pronto al llevarlo en las riendas
y guapo en cualquier potrero
salió el azulejo overo
bien templadito'e la boca
y de caballo le toca
¡ser ahura mi compañero!





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