viernes, 26 de octubre de 2012

Campo abierto (Estilo)




Destino


(Foto de don Jaime Dávalos)

De mínimas heridas lastimado
me voy muriendo a ratos tan ligero,
que me siento lejano y extranjero
del que ayer fuera alegre y confiado.

Tengo un niño en el alma rezagado,
no quiero endurecerme, ay. No lo quiero.
Ni ser mi padre... ni tener sombrero...
sino ser un cantor enamorado.

Quiero permanecer en la tristeza
y en la angustia de andar como los bichos...
perdido por el mundo de la leña.

Llevar como una novia mi pobreza,
y morirme del gusto y del capricho,
de ser un animal que canta y sueña.


Sudamérica


Nadie la para ya.
No pueden detenerla,
ni la calumnia, ni el boicot, ni nada.
Este es un continente de aventura,
que a los aventureros se los traga.
Les sube por la sombra, despacito
y el ojo codicioso les socava.
Vendrán los desahuciados de la tierra,
buscando sus riquezas legendarias,
hasta que un día, en una sola greda,
confundan las lenguas y las razas.

América, animal de leche verde,
por la gran Cordillera vertebrada,
Hunde el hocico austral bajo el Polo,
y descansa en su fuerza proletaria.
Camina hacia la luz, lenta y segura,
Con el polen del sol en las entrañas,
y su destino torrencial,
fijado está en el tiempo por la Vía Láctea.

El hambre, la violencia la injusticia,
la voluntad del pueblo traicionada,
no harán sino aumentar su rebeldía,
no harán sino apurar en sus entrañas
el hijo de la luz, que viene a unirnos
en una sola espiga esperanzada.
Porque América, tierra del futuro,
igual que la mujer, ¡vence de echada!

Asigún sean los demás


(Fotos del video: Eduardo Amorím)
 
Uno apenas e' un poquito 
de lo que pudo haber sido, 
porque no hay cosa más poca 
que el hombre y sus aprendidos. 
 
Uno es un poco nomás 
de lo mucho que no fue, 
de ayer el mañana es nunca 
si hoy es mañana otra vez. 

Uno no sabe siquiera 
ande empieza a terminar 
y cree que nacen las cosas
ande mueren los demás. 
 
Cual es la sabiduría
del arte de madurar
pa' no dar semilla verde
o machorra, ha de esperar. 
 
Uno es todo y uno es nada,
asigún sean los demás,
uno es todo pa el que es mucho 
pa el que es nada es nada más.
 
(Recitado) 

 Se ñublan las pensaderas  
 si uno dentra a analizar 
que de un huevo nace un pollo 
pero que no es realidad.  

Cuánta luz se necesita 
pa' poder escrudiñar 
¿Por qué el hombre siempre olvida 
las cosas del Más Alla? 
 
Dios le dió vena al poeta
y el poeta dentró a versear
el verso invadió el planeta
y el hombre dentró a llorar. 

Uno es todo y uno es nada
asigún sean los demás. 
Uno es todo pa el que es mucho
en eso debo envidiar.  


Ser nada pa el que no es nada 
es tener pa regalar.

Milonga pa don Antonio



Yo lo he visto pasar,
y quién no, en el pago
como una sombra pegao a su hermano;
nunca vi cosa igual,
ni los adobes del rancho
que los cobijó junto a su mama,
estuvieron tan pegados como ellos,
ni los ojos de sus ojos vieron tanto pa dentro.

 Un día quise cantarles
una milonga bien pampa,
como sus huesos,
pero la muerte me ganó de mano,
y Antonio Garayalde
 se marchó pa siempre,
y quedó solo Eduardo.

Pero no ha de ser la perra suerte
la que me arrime olvido,
por vos, hermano,
vuelvo a gurí,
y veo el vuelo de tu alma
con aquellas gaviotas
que forjaron mi primer sonrisa
de mocoso ingenuo,
cuando te ensuciaban el sombrero.

Con la pata afirmada
al pescante y echao
al respaldo las riendas de tiento,
con el negro chambergo a la frente,
antigua de sueño y antigua de tiempo,
yo lo he visto pasar...encorbao y callao,
yo le he visto flamear...su pañuelo enlutao.

Con el látigo echao en el hombro
del saco raído rateao por los años,
y a su lao, pegao como sombra,
la grave figura de su único hermano,

yo lo he visto pasar...encorbao y callado,
yo lo he visto pasar...enyuntando un dolor.

De gurí se me arrima el recuerdo,
de aquellas aradas y siembras al paso,
y esas tardes que al rancho llegaba,
y al campo me hacías alzao en tus brazos,
nunca habré de olvidar el calor de tu mano,
ni el deseo de andar correteando a tu lao.

Alambrando potreros ajenos
pasaste la vida estirando esperanzas,
pero el poste se quiebra de cuajo
y la púa del tiempo la vida te arranca,
yo te he visto cinchar, pa ganarte un bocao,
correteando a tu lao, mi recuerdo ha de estar.

Vieja cocina


 (Pintura: Julián Althabe)
 
Vieja cocina'e terrón
de la estancia en que nací,
cuántos recuerdos pa mi
guardás en cada rincón.
Sos pedazo'e tradición
que se conserva orgulloso,
sos el punto luminoso
donde el gaucho se guarece,
sos como el criollo que ofrece
su poncho para el reposo.

Cuando el invierno empezaba
a hacer sentir su crudeza,
junto al fogón, con presteza,
la gente se acomodaba.
Un cantor nunca faltaba
que a pedido de un mirón,
entonaba una canción,
pa'darle gusto al oído,
mientras algún comedido
ensillaba un cimarrón.

Sólo había en su interior,
dos candiles pa dar luz,
y un par de fierros en cruz
que servían de asador.
Una pava de color
y un mate grande y bocudo,
adornao eon un escudo
hecho a punta'e facón,
y unas leñas pa'l fogón
que se encendía a menudo.

La fiambrera


(Foto sacada de Mercado Libre: "Se vende esta fiambrera de campo en Chascomús"). No cobro comisión!

Por lo mucho traqueteau
y sin entrar en cuestiones
me están sobrando razones
como pa’ hablar del pasau.
Y aunque quedaron de lau
casi todas por igual
ya que no les cae mal
como ha sido tan campera
les viá hablar de la fiambrera
que ha sido tan servicial.

Bajo una planta colgada
no eras motivo de adorno
si las mosca’, en tu contorno
zumbaban desesperadas.
El resto de una carneada
supo engordar tu esqueleto
dicho con todo respeto
ya que naciste vacía
y si te llenaste un día
jamás te han visto en aprieto.

De tranquera siempre abierta
pa’ recibir cualquier cosa
allí el paisano la goza
viéndola siempre cubierta.
El bicherío no acierta
como bandear tu enrejau
y al ver que del otro lau
está el manjar preferido
muchos se quedan dormidos
prendidos del alambrau.

Se me hace verla a mi vieja
tranqueando a tu alrededor
arreglando tu interior
pa’ que después no haya quejas.
Hoy mi memoria refleja
los años de chiquilín
que en caluroso trajín
le echaba otra mancha al piso
desgrasándose un chorizo
queriendo ser salamín.

Guardó desde la manteca
a un peludo sancochau
el queso, un hueso pelau
y a veces carne reseca.
Porque si el invierno enteca
el bolsillo del cristiano
uno de a poco echa mano
y por áhi queda vacía
hasta que vende una cria
o puede cobrar el grano.

Suelo verte a las perdidas
en algún rancho pobrón
triste como el corazón
que va perdiendo su vida.
Por eso en la despedida
te quiero nombrar con ganas
si un día fuiste campana
bien te ganaste el derecho
porque afirmau a tu techo
un gallito cantó a diana.

Hoy se vive el modernismo
de aparatos enchufau
muchos ya te han olvidau
pero vivís pa’l criollismo.
Te has perdido en un abismo
difícil de regresar
mientras yo pueda cantar
despacio y a mi manera
te voy a nombrar, fiambrera,
como algo más de mi hogar.

domingo, 21 de octubre de 2012

Sombras


(Foto: Aldo Sessa)

Luz del alba rumiando en los chiqueros
que mi comadre ordeña.
Sus manos sustanciosas amasan quesos
o golpean la tela el día entero
tejiendo peleros y jergones.

Mientras tanto los brazos de su hombre el hachero
rebotan en el monte
o se abren como leños
para abrazar los árboles tumbados.

Cuando al caer la tarde el horizonte
parta al sol de un hachazo
y llegue la sombra con sombrero al rancho
dos manos rozarán sus asperezas
al pasarle ella un mate junto al fuego
y temblando cansancio entre los puños
sin decirse palabra
dos sombras sabrán que se han hablado.

Alambrador



Tiene un canto en las virutas que le saca a la madera
el gusano de acero del taladro.

Tenazas callosas
las manos de los Flores
tiranteando las cuerdas del potrero
hasta darle el sonido de una larga guitarra
con trastes de varillas, medias trabas
y recios rodrigones...
Un destino de músico y peón.

II
Encerrando distancias por la Merced de Amaya
desde la Sierra de las Minas
hasta dar con los guadales de La Médula
desenrrolas tu vida, alambrador,
y la entierras como un poste de retamo.
Y en las manos
cuando quieres posarlas sobre tu hijo
se te vuelven corteza las caricias.

Piñonero



Piñonero de Moquehue vengo al pueblo
cuántas leguas pa llegar Aluminé,
Con mi carga que no es mucha y vale poco,
piñonero de la tierra del pehuén.

Enchiguada mi carguera cerro abajo,
yo, en ojotas, tranco a tranco, y a la par,
por tabaco, yerba, sal, y alguna pilcha,
por seguir gastando vida, o por durar.

En el hueco de un pehuén hice mi ruca,
que en invierno sin auroras, nieva ya,
y pretendo con tu sabia aunar mi sangre,
y en el fruto, piñonero regresar.

Cuando el lago no me vea por la senda,
cuando nunca más me llegue a Aluminé
yo estaré cerca de Dios y en el follaje,
por el vientre de mi ruca subiré.

Piñón, fruto de otoño,  mi instinto me llevó a vivir de ti,
volviendo con tu sueño de madera
al  mundo que quisiera para mí,
Guardame en el rescoldo de tus siglos,
yo sé que muerto allí... no he de morir.


La milonga y el mar (Milonga corralera)


(Pintura: Molina Campos)






La milonga corralera
Hablando está con el mar
Le cuenta cosas de antaño,
Las olas vienen y van.
De tiempos que ya se han ido
Y que tal vez volverán.
La milonga corralera y el mar ...


(Floreo:)
La milonga corralera
Con el mar en sus anhelos,
Con un celeste de cielo
Y blanco de espuma espera,
Levantar una bandera
Como una estrella encendida,
Como una venda en la herida
Que la quiere restañar
Porque es una cuna el mar
Que está meciendo la vida ...


El viento en los medanales
Se puso atento a escuchar
Pa' ver si hablaban del hombre
Que suele el alma manear,
Con cantos que son lejanos
A nuestra forma de amar.
La milonga corralera y el mar ...

(Floreo:)
Nuestra forma, nuestra idea,
En la tormenta y la calma,
Libera el hombre su alma
Con lo ajeno la manea,
Pero si anda en su tarea
En su tierra y en sus montes
Y sin gastarse en aprontes
Sabe cumplir con su rol,
Encuentra su propio sol
En un cercano horizonte!

 
Los pichones como niños
Desamparados están
Como el malambo y la huella,
Danzas que habrá que guardar,
Pa' la guía de los mozos
Que saben que hay que salvar.
La milonga corralera y el mar...

(Floreo)
Pichones con su ternura
Que a la niñez se parece,
Cuando la vida amanece
Sencilla, profunda, y pura,
Manantial de la dulzura,
Desde ya yo lo aseguro,
Clareando el camino oscuro
Desde el alma a la conciencia,
Salvaremos la inocencia
¡salvaremos el futuro!

 
Gaviota símbolo inerme
Del verde campo del mar,
Velamen a la deriva
A punto de naufragar,
Solo escuchando lo eterno
La tierra vuelve a cantar.
La milonga corralera y el mar...


(Floreo)
Conjugando el verbo amar
En todos los tiempos pienso,
Se va a pintar ese lienzo
Imposible de borrar.
Y nadie puede negar
Que esto es querer a este suelo,
A sus sueños, sus anhelos,
Sus cosas buenas y malas
¡No destruyamos las alas,
Que es ya destruir el vuelo!


La patria es más que bandera
Flameando en la soledad,
Es arraigo, es horizonte,
Plumón de nido, canción,
Es un fogón encendido
Que sabe el alma entibiar.
¡la milonga corralera y el mar!




La bendición (Ranchera)




"Atráquensen los paisanos

a orillas de este fogón,
se termina la reunión
que Tata Dios ha brindado.
La bendición del sagrado,
que decienda con un manto
y que podamos, por tanto,
ser dignos de vuestro amor,
agradeciendo al Señor
sus sentimientos tan santos".
..................................................... 

En el nombre del Padre,
en el nombre del Hijo,
del Espiritu Santo,
descienda tu bendición.

Bendice Señor la tierra,
los campos, sembrados,
bendice nuestras cosechas,
la rastra, el arado,
bendice a los chacareros
su dedicación
su esfuerzo, su esmero,
su preocupación.
Con cada aguacero
provenga tu bendición.

En el nombre del Padre,
en el nombre del Hijo,
del Espiritu Santo,
descienda tu bendición.

Bendice Señor la hacienda,
rebaños, tropillas,
bendice a quien te venera
con vida sencilla.
Bendice tanto al puestero,
al mensual como al peón,
al gaucho tropero
de simple razón.
Con cada aguacero
provenga tu bendición.

 En el nombre del Padre,
en el nombre del Hijo,
del Espiritu Santo,
descienda tu bendición.

Bendice a los musiqueros,
a los bailarines,
cantores y guitarreros,
cordionas, violines,
alúmbrales buena senda
con tu bendición
aquél que me entienda
con una canción.
Aquél que me entienda:
¡la patria y la tradición!

Y a todos nosotros...
descienda tu bendición.

La cincha (Salmo criollo: 38/39)



1
Había pensao callarme
pa evitar un desvareo
embozalando a mi boca
frente a todo lo que veo.
Pero al mirar al malvado
no pude guardar silencio;
al fin la chispa saltó
¡y había para un incendio!
Cuando me quise acordar
estaba en medio del fuego.

2
Entonces grité a Dios:
"Aclarame este misterio:
hasta cuándo he de vivir
y he de aguantar todo esto".
Hiciste corta la vida
y mis años como el viento,
sin rastro, como las aves,
porque la vida es un sueño.
Perseguimos sólo sombras
amontonando deseos.

3
¿Y qué esperanza me queda?
Sólo Vos sos mi consuelo.
Librame de mis pecados
que estoy sufriendo el desprecio.
Desde ahora he de callar
proque sé que Vos lo has hecho;
apartá de mí tus golpes
que de no, soy hombre muerto.
Tu castigo es corrección
que nos sirve de escarmiento.

4
Escuchá, Señor, mis gritos,
no despreciés mis lamentos,
no seas sordo a mi llanto
que sólo en vos me guarezco.
Como lo fueron mis padres
también yo soy forastero,
un entenao en tu casa
que vive bajo tu alero.
Aflojá un poco la cincha
que el sol ya se está poniendo.

(Foto: Eduardo Amorim)

Bastos viejos

(Foto de Mercado Libre: se venden estos bastos antiguos en Bolívar!) ¡No recibo comisión!
 
Mientras limpiaba el galpón
hallé un viejo par de bastos
entre guascas y otros trastos
que hacían bulto en un rincón,
los miré con atención
y en mi mente, como un tajo
se abrió el recuerdo, y me trajo
vivencias que transcurrieron
en tiempos, que parte fueron
del recado de trabajo.

Allí estaban, desgastados,
envueltos en telarañas
lejos de aquellas campañas
sobre pingos ensillados;
llegaron a mi ya usados
junto a una matra liviana;
cierta lluviosa mañana
el relleno les saqué…
y blanditos los dejé
cambiando el unco por lana.

Aguantaron sacudones
de algún potro bellaqueando
cuando sobre ellos domando
ganaba mis patacones;
chatos, por los apretones
en más de una revolcada,
cómplices en la “charqueada”
y en crudos de cualquier pelo
castigaron contra el suelo
tras una bruta boleada.

Igual que muchos reseros
sobre ellos anduve leguas
arriando vacas o yeguas
por diferentes senderos,
soportaron aguaceros
debajo del encerado,
y de almohada los he usado
en cualquier sitio que fuera,
puestos en mi cabecera
si dormí sobre el recado.

Pensar que sobre un arisco
se arqueaba esta pilcha gaucha
y hoy, soporta de una laucha
el insolente mordisco;
más que el dolor del pellizco
pienso debe de sufrir
el no poder compartir
con su antigua compañera…
aquella fuerte encimera
con quien supo convivir.

¡Tantos golpes y rodadas
sufrieron mis pobres bastos!
y han alzado barro y pasto
junto a mi en las costaladas;
como otras pilchas gastadas,
que usé siendo un mocetón
aunque hoy un estorbo son
junto al dueño, envejeciendo,
siempre seguirán teniendo
su lugar… en el galpón.

La huella que deja el tiempo

 (Foto: Samuel Boote año 1880/1890)

La noche perdió su manto
tachonado con estrellas
y una luz de luna bella
alumbró de plata el campo,
entre penumbras el rancho
mostraba su decadencia,
en el patio la presencia
de un perro flaco y hambriento,
acentuaba los lamentos
del dueño de esa querencia.

Lo que ayer fue rancho altivo
con vida y calor de hogar,
hoy solo puede mostrar
los pesares que ha sufrido,
su dueño, criollo curtido,
ya no puede mantenerlo,
prefiere casi no verlo
inclinado hacia un costao,
 con sus horcones doblao
como nadia puede creerlo.

En tiempo de las patriadas
cuando estaba bien plantao,
le dio refugio y bocao
a las tropas de avanzada,
 aguantó las maloqueadas
del indígena irredento,
se afirmó frente a los vientos
como potro acollarao
y siempre salió parao
sin pronunciar un lamento.

Viejo rancho que ayer fueras
reducto del paisanaje,
donde sonara el cordaje
de guitarras fortineras,
hoy solo sos la tapera
de un pasado esplendoroso,
y aquél paisano orgulloso
que en barro moldeó tu estampa,
hoy se cubre con la manta
de tu recuerdo glorioso.

Rancho y gaucho de mi suelo
son postales de un ayer,
que vuelven a florecer
en mis recuerdos de abuelo,
ellos son el gran desvelo
de todos mis pensamientos,
y en mi canto, echao al viento,
bajo el silencio'e la noche,
queda prendido este broche
de amor, patria y sentimiento.

Se acabó la yerba


 (Pintura: Alfred Paris)
 
No hay más yerba en los fogones
con el mate circulando
y aquello de andar mateando
hoy son puras ilusiones,
hasta acallaron los sones
de guitarras trasnochadas,
porque sin una yerbeada
en una criolla reunión,
no hay rasguido ni canción
que pueda salir templada.

Un criollo sin mate en mano
es un mástil sin bandera,
y hoy la yerba misionera
anda por pagos lejanos,
en nuestros ranchos pampeanos
sólo se escucha el lamento,
de quienes con su sustento
ya no pueden ni comprar,
su yerba para matear
al son de sus pensamientos.

Los criollos solo pedimos
que a la yerba no la aumenten,
pero hay algunos que mienten
diciendo que bien vivimos,
al asado lo perdimos
y del vino ni les cuento,
son tremendos los aumentos
que debemos soportar,
todo criollo sin matear
¡no puede vivir contento!

jueves, 18 de octubre de 2012

Guitarra roja



Ven guitarra libertaria,
libertaria y redentora
del que sufre, del que llora
del delincuente y el paria.
Tu acorde no es una plegaria
del servilismo indecente,
el bardo altivo y valiente
cuando te pulsen sus manos
ante todos los tiranos
sabe atacarlos de frente.

Guitarra que entre mis manos
vibras y ruges conmigo,
fiel amiga de este amigo
pregón de versos humanos
y en tus trinos soberanos
del libertario cantor
se inspira en versos de amor
de rebelión y templanza,
augurando una esperanza
en los hijos del dolor.

Guitarra, los payadores
hicieron de tu cordaje
palenque del caudillaje
para amasar electores
rutinarios, corruptores
en vez de hacerte valer
te hicieron envilecer
con caudillo de partido
guitarra, guitarra te han corrompido
como una débil mujer.

Guitarra, si en mi vejez
llegara a serte profano,
quisiera ser un insano
sin vista y en la mudez.
Si pierdo la rigidez
del convencido varón,
antes de hacerte un baldón
coyunda para tus notas
quiero, quiero ver tus cuerdas rotas
quebrado tu diapasón.

Bajo el mismo cielo (contra la xenofobia)

(Foto de Marta Suint)

Igual que una nube gris
que el cielo del  alma  agobia,
un brote de xenofobia
está enfermando al pais.
¡Argentina! La feliz
tierra de nuestra nacencia.
La que no hizo diferencia
y sumó a sus hijos más.
sin cuestionarles JAMÁS
origen,ni procedencia.

Muchos somos descendientes
de inmigrantes que vinieron
cuando dolidos partieron
desde sitios diferentes.
Como ríos afluentes
confluyeron; y al momento
con sudor, con sufrimiento,
ganaron techo y comida
porque el DERECHO A LA VIDA
¡no lo rige un documento!

No puede ser racional
denigrar a un ser humano
porque nació boliviano,
paraguayo u oriental.
Cuando una LEY NATURAL
que surge de lo profundo
de nuestra fe,en un segundo
nos muestra ,como mortales,
que todos somos iguales
en cualquier lugar del mundo.

A ésta actitud tan dañina
no hallarle una solución
es negar la integración
de la América Latina.
No permitas,Argentina,
que ésta conducta espantosa,
humillante y vergonzosa
hoy lastime a tantos seres
que te eligieron porque eres
¡una tierra generosa!

Mi rebenque perdido



Tengo un rebenque perdido
en una reunión que había,
me quitó la policía
creyendo que era un bandido.
Nunca falta un comedido
que tenga mala intención,
soplón que había un rincón,
donde la fiesta se armaba,
y en la noche se escuchaba
bombo, guitarra, acordeón.

Y cayeron en tropel,
entraron atropellando;
dirigía aquél comando
un tal Aldo San Miguel:
-"¡Nadie se mueva!", gritó él,
y entraron a revisar.
Quedó un vino sin tomar
y unas damas asustadas
y unas cartas orejeadas
en la mesa sin cantar.

Secuestraron la bebida,
los músicos fueron presos
y yo mirando todo eso,
primera vez que en la vida
después de aquella salida
me había pasao algo así;
me preguntaron allí:
quién era, qué años tenía,
me han sitao al otro día
y allí a declarar me fui.

Y le dije la verdad:
"que era una reunión muy sana
que todo fin de semana
nos encontrábamo'allá".
Pa esta oportunidad
yo ensillaba un redomón
y un petiso compadrón
que lo apodaban "el coya",
me sacó la prenda aquella
que estaba abajo el peyón.

En cuantito lo nombré,
lo mismo que leche hervida
se me levantó enseguida...
¡pa que contar lo que fue!
-"¡Qué tiene que hacer usted",
me dijo, "en las pulperías?"
Ese señor no sabía
las cosas que a mí me encantan,
y todo chico que canta
sueña con ser grande un día,

Salí pensando impotente:
¿porqué nos prohiben reunirnos?,
¿porqué hasta pa divertirnos
debemos pagar patente?
En el campo, nuestra gente,
jamás tuvo otra elección,
jamás otra diversión
queriña,  futbol, cuadreras,
taba, truco, verdulera
y un grito...¡Viva Perón!

Una ley dura regía
y opacaba las conciencias
frustrando la independencia
que todo pueblo tenía.
Después de aquello venía
el gobierno del Juarismo,
que venía a ser lo mismo
si opinabas diferente,
te hacían trasladar urgente
al borde del cataclismo.

Nosotros los campesinos,
siempre fuimos explotados,
pa votar nos han usado
por un choripán y un vino
a uno cambió ese destino,
sigue el  ñoqui, el obsecuente,
el testaferro indecente
y nos parece genial
un burro de consejal
y un títere de intendente.

Por eso estamos así,
se que un día cambiará
aunque nunca volverá
el rebenque que perdí,
que debe estar por ahí
pa adorno de un oficial,
hoy sería servicial
después de tantos fracasos
pa'agarrarle a rebencazos
a la injusticia social.







Por mi patria y para todos


Voy a ofrecerle confianza
Al hombre que esté al mandato
Como pa hacerle un contrato
De tener una esperanza
Y no es ninguna alabanza
Que les hago a los de arriba
Yo se que alguna porfía
Nos acecha cada tanto
Por eso coplas levanto
Por mi patria cada día.

Gente de mi pueblo ahorrado
Canto por ellos atento
Con una patrio sentimiento
Y se de lo que han pasado
Pero acá estoy bien plantado
Izando así mi bandera
Que muestra a un pueblo que espera
Amistad y gratitud
Acá esta la juventud
Que hace patria desde afuera.

Juventud con población
Y con muchos ideales
Con pensamientos iguales
De hacer grande esta nación
Definir la educación
Destacando la igualdad
También la fraternidad
Como otros tantos valores
Porque mi patria señores
Lleva el nombre de amistad.

Canto a aquél trabajador
Por saber del sacrificio
De la profesión u oficio
Que realice con valor.
Tal vez yo soy soñador
De hablar por aquél que calla
Pero sigo en la batalla
Como siempre homenajeando
Pues mientras yo este cantando
Para mi patria no hay valla.

Sabrán que mi canto es
Libre como el mar y el viento
Y aunque parezca un lamento
Es solo esperanza y fe
Y aunque hay cosas que no se
Lo que veo lo canto fuerte,
Dirigiéndome a mi gente
Sin conseguir acomodo
Por mi patria y para todos
Cantaré, hasta la muerte.

miércoles, 17 de octubre de 2012

A don Luis Arriagada



Ya que el tema me convida
y argumento es el que sobra
via a dedicar esta obra
que es un homenaje en vida;
a una imagen conocida
que tiene la paisanada.
Estampa calificada
que el tiempo conservará
para un criollo 'e verdad
como es don Luis Arriagada.

Hace más de treinta años
nunca ha reclamado nada,
solamente por hacerlo...
Yo que puedo conocerlo
junto a la vida que labra
hombre de pocas palabras
pero fácil pa entenderlo.

No es un domador mentao
pero amansa ¡mama mía!...

Como en el campo se ha criao
conoce bien el quehacer
y fue su gusto tener
siempre un caballo rosao;
que seguro lo ha dejao
para ir a las jineteadas
y después la paisanada,
que vio el desfile de un domingo,
salió envidiándole el pingo
que desfilaba Arriagada.

Así es, ni más ni menos,
tal cual como se los pinto
no es un paisano distinto
ni el más malo ni el más bueno.
Solo es humilde y sereno
de una labor terrenal
que a cambio de un pedestal
la vida le fue salobre
lo condenó a morir pobre
solo por ser peón rural.

Gaucha del atardacer...



Echada en el redil de mi existencia
la oveja negra de mi suerte está;
guasquéala con fría indiferencia
el viento rudo que pasando va.

En medio del silencio de la pampa
se oye a la soledad decir: "¡chajá!..."

En el palenque, tironeando, fiero,
al ágil pingo de mi ayer se ve.
Pingo que me ganó mucho dinero
cuando en la cancha lo corrí con fe.

Hoy en el cuesta arriba de los años
¡cuánto añoro aquél pingo que se fué!

El buey de mi paciencia aró mil leguas
y del cansancio el sinsabor probó.
No tuvo, en medio a su martirio, treguas;
sábelo el cielo, el pájaro lo vió.

Hoy frente a la riqueza de los campos
yo le pregunto para quién aró...

Colmenar de mis ansias que has volado
a la reina, siguiendo, del azar:
si un día de volar te hallas cansado,
vuelve de nuevo; te daré lugar.

Yo soy un árbol de frondosas ramas
que tiene el buen destino de amparar.

Agua del tajamar de los pesares
el pájaro bebió, que llevo en mí...
Se agotaron también los tajamares...
Las lágrimas entonces me bebí.

¡Vida gaucha y heroica, vida bárbara,
como la espuela al potro estoy con ti!

Llega el atardecer... Viene el ocaso...
Por los caminos lloviznando está...
La noble vaca, con ritmado paso,
llamando al hijo hacia el establo va.

Y en medio del silencio de la pampa
se oye a la soledad decir: "¡Chajá!..."

Pájaros en el monte (Pericón)


Los dos caminos (Salmo criollo: 1)

1
Feliz y digno es el gaucho
que no va con los cuatreros,
ni a pajales de matreros,
ni se sienta a su fogón;
pero la Ley del Señor
va rumiando con esmero.

2
Se parece al duraznillo
que junto a la aguada crece,
cuyas hojas no perecen
ni las marchitan los vientos.
El prospera en sus intentos
cuando el maula desfallece.

3
Son los maulas flor de cardo
que va arrastrando el pampero;
no triunfará el pendenciero
enfrentándosele al justo;
éste vivirá sin susto
cuando se hunda el bandolero.


.
(Foto: Duraznillo de agua/ Ludwigia peploides)

martes, 16 de octubre de 2012

El camino a la Tablada



"Ya lo ha de ver"... El carancho
al verla fácil pensó
en hacer suya la priesa
y hablándole con su voz:
-"vení, acercate -le dijo-
torcaza". Ella lo miró
muy sorprendida y al cabo,
sin hacer oidos, siguió
saltando entre las matitas.

Pero el bicho voltiador
insistió: "Sos entonada
y orgullosa porque Dios
te pintó lindo plumaje,
¿pero no sabés que yo
puedo poseerte a la juerza?"
Y ella dijo: "Sí, Señor:
pero qué quiere que le haga
si a mí me tuesta otro sol
y otro cariño más güeno
me ha ganao el corazón".

-"¿Y vos cres, charabona,
que hay quien valga más que yo?"
Y ahí no más abrió sus alas,
ella el güelo levantó
pa juirle: pero el carancho
entrañudo y cimarrón
cortó el aire como flecha
y en su güelo seguidor
se le jue poniendo arriba
hasta que al fin la prendió
entre sus garras y ansina
la jue aprietando, Señor,
hasta que al sentirla muerta,
contentazo con su acción,
la dejó cair. La torcaza
deshecha al suelo cayó.

Pero ahí, en la mesma tierra
que con la sangre mojó,
de su cuerpito caliente,
un tala bravo nació.
Con un brazo en cada rama
y en cada espina un facón.

Pasó un tiempo... y el carancho
seguía picoteando al sol
las osamentas perdidas
hasta que en otra ocasión
dentró a ñublarse la tarde
y en ancas trujo el Señor
la tormenta más machaza
que se ricuerda. Pensó
ganar el monte el carancho,
pero el pampero rugió
dentrándole a castigar
las alas con tal juror
que ya ladeao y sin rumbo
pal tala lo arrempujó
y allá en la espina más brava
el carancho voltiador
aprovechao y bellaco
jue a ensartar su corazón.
...............................................
De la sangre de los pobres
inocentes, siempre Dios,
que manda en tuitas las tropas,
hace brotar una flor
que pal que quite una vida
o pal que mete un mal
se convierta en una espina
que les clava el corazón...
Pasé por un caminito
¡y este cuento se acabó!


(Tala /"Celtis tala")

Mi canto


 (Pintura: Patricio E Marenco)
 
Ýo canto la tradición
porque su espíritu crea
la grandeza que bravea
en el filo del facón.
Síntesis de rebelión
que la raza lleva innata,
idea que no se mata
porque se marca triunfal
como a una blanca inicial
en el pañuelo escarlata.

Yo canto la tradición
porque su nombre altanero
tiene soplos del pampero
y resistencias de horcón.
Voz que, a indomable son
de los gritos del salvaje,
se impuso sin vasallaje,
-tormenta de odios que ruge-
¡en avalanchas de empuje
y ponchadas de coraje!

Yo canto la tradición
que está en el sauce que añora
y en la paloma que llora
dolida tribulación;
melancólica expresión
de la gran llanura inmensa,
palpitación que condensa
nostalgias de un pecho herido,
¡ramo de jazmín prendido
a la cinta de una trenza!

Yo canto la tradición
que perdura con porfía
en esta guitarra mía
que habla como un corazón...
Peregrina ensoñación
de los ramajes dormidos,
apogeo de los nidos,
la miel de la lechiguana,
¡el cedrón de la ventana
perfumando tiempos idos!

Yo canto la tradición
del viejo palenque rudo
a quien derribar no pudo
ningún potro en el tirón;
del pozo que, en la oración,
retrata a la linda moza,
 del hornito que alboroza
con la empanada, y la luz
que en la solitaria cruz
pone la estrella, piadosa.

Yo canto la tradición
de la vieja pulpería
-contrapuntos de armonía,
néctar del tosco porrón-.
Yo canto la bendición
del lucero que fulgura
y alumbra con su luz pura,
estos dos destinos grandes:
¡un San Martín en Los Andes
y un Sarmiento en la llanura!

Fresco rocío augural
que moja la tierra mía,
bautizando de poesía
a la guitarra inmortal:
sigue cayendo, cordial,
en la tradición innata,
¡como una blanca inicial
en el pañuelo escarlata!

Tormentas...



Era la tarde pesada
pero ya del sur venía
una ancha faja sombría
como tropa disparada...
El ave en su retirada
puso trágicos los montes;
en diabólicos aprontes
todo pájaro fugó,
y la neblina envolvió
con humo los horizontes.

Una procesión de guampas
bravías, viose a lo lejos,
ya en los últimos reflejos
del sol hundido en las pampas.
De los postes en las grampas
crujió el hilo silbador,
y en tono de "re menor"
por los campos desolados
gimieron los alambrados
su prisionero dolor...

Mi noble pingo sufrido
-que en el peligro se encela-
marchaba bajo la espuela
en la rienda sostenido.
Mas de repente un bramido
tremendo y largo se oyó...
el alazán vaciló
y allá por la lejanía
el chajá con gran porfía,
su grave alerta gritó.

Ya se borraba la huella
y el alma, desencantada,
como la noche nublada
iba triste sin su estrella...
Dolor, que me hiciste mella:
en tu gran melancolía
flota aquella pena mía
que silencioso guardé,
por el amor que se fue
y no ha vuelto todavía...

Vieja casa solariega
cuya gran tragedia narra
la descendencia bizarra
¡del payador Santos Vega!;
trsite a tus puertas hoy llega
el eco de mi canción,
como una lamentación
de los que bajo tu alero
vieron morir el lucero
de la gaucha tradición.

Yo vengo como un zorzal
que busca el antiguo nido
que en el ramaje florido
dejó cerca del juncal;
como en la siesta estival
buscan las aves frescor,
como busca el payador
en su "prenda", amor ardiente,
y como busca vehemente
la mariposa a la flor...

Pero ya no encuentro nada
del recuerdo que dejaron
esos gauchos que habitaron
en tu soledad callada.
Baluarte, en fiera jornada,
en la lucha nacional,
fuiste; y al choque fatal
de los bélicos pamperos,
se agacharon tus aleros
y te arrasó el vendaval.

Entonces enmudeció,
como protesta altanera,
la guitarra lastimera
que Martín Fierro templó.
Hasta el matrero lloró
sobre tus míseras ruinas,
y murieron tus glicinas
y tus cantos de zorzal
en la tristeza otoñal
de las tardes argentinas...

Ya vienen en procesión,
para imponerte sus yugos,
los que serán tus verdugos:
esos de la inmigración...
Esos que, sin compasión,
te darán golpe mortal,
y en la fiebre tropical
de sus pasiones mezquinas,
han de alzar sobre tus ruinas
algún palacio ducal...

A mi caballo



Noble caballo lobuno
que en la pampa de mi vida
con la rienda recogida
fuiste con paso oportuno;
tal vez amigo ninguno
se pueden a ti comparar,
y hoy que te veo pasar
por la huella del recuerdo,
¡en vano gimo y me muerdo
por quererte sofrenar!

El anca vuelta al pampero
pasas... y te vas callado
con el último bocado
del pastito del sendero.
Las nostalgias del apero
empañan tus vagos ojos,
y sin lograr tus antojos
como una sombra te pierdes
por las lontananzas verdes,
¡la cola llena de abrojos!...

El palenque en tu retina
se refleja a cada instante
y escucha el lazo silbante
parada tu oreja fina...
La laguna cristalina
ansía tu sed calmar,
y tú te quieres alzar
bajo la opresión del basto,
¡dulce bocado de pasto
que ya no has de saborear!

Cuando la mañana asoma
sonriendo en los pajonales,
en un canto de zorzales
te besa el sol de la loma.
Grato zahumerio de aroma
te da el verde trebolar,
y el tordo se va a posar,
en tu lomo, ¡pobre flete!,
¡como el último jinete
que te quisiera domar!...

Ya tu crin no flota al viento
peinando los horizontes;
te la tuzaron los montes
en un cruel ensañamiento.
En tu cogote sangriento
no luce el maneador colgando
¡cual si fueses anunciando
tu propia y cercana muerte!


El payador



El sol llegaba a su ocaso,
cuando el desierto pampeano
iba cruzando un paisano,
llevando el corcel al paso;
la manta, envuelta en el brazo
izquierdo, el gaucho llevaba,
el fuerte viento azotaba
su renegrida melena,
y en su mirada, su pena
intensa se reflejaba.

Con la cabeza inclinada,
iba aquél americano,
cruzando el inculto llano
de la Pampa dilatada;
después de alzar la mirada
hacia el poniente, un segundo,
tornóse meditabundo
y algún recuerdo evocando,
siguió al acaso vagando
como apartado del mundo.

El resplandor vespertino
enervábase; entre tanto
tendía la noche el manto
sobre el páramo argentino;
siguió el gaucho su camino
sin rumbo ni derrotero,
pero al rato el parejero
se paró en una lomada,
delante un cruz, ladeada
por la lluvia y el pampero.

Y después de estar parado
el corcel un rato largo,
salió el gaucho del letargo
en que se había engolfado;
y bajando apresurado
entre unas matas de abrojos,
enjugó sus negros ojos,
a los que el llanto inundaba,
y ante la cruz que allí estaba
postróse el criollo de hinojos.

Era de noche. En el llano,
tan sólo el leve rumor,
no se oía ni un clamor;
de un arroyuelo cercano
llegó a oídos del paisano,
que atribulado rezaba.
Densa oscuridad reinaba
en nuestra Pampa grandiosa
y en noche tan tenebrosa,
una que otra luz brillaba.

Y en medio de tal reposo
se oyó en la Pampa argentina,
la voz sonora y divina
de aquél gaucho misterioso,
que entre triste y quejumbroso
y con melodioso acento
lanzó este amargo lamento,
hijo de su desventura,
que se perdió en la llanura
con el susurro del viento.

"Padres a los que he perdido
"para siempre en este mundo,
"mi dolor es tan profundo,
"que maldigo haber nacido.
"Todo el llano he recorrido
"regándolo con mi llanto,
"y a pesar de sufrir tanto,
"el padecer no me deja;
"¡ay! mi dolor se refleja
"en este mi triste canto.

"Mis ilusiones queridas,
"cual las hojas de una flor,
"con los golpes del dolor
"cayeron desvanecidas;
"las penas por mí sufridas
"me han dejado casi inerte,
"¡cruel sarcasmo de la suerte
"tener lacerada el alma,
"y esperar sólo hallar calma
"en el seno de la muerte!

"Soy el más desgraciado
"de todo el suelo argentino,
"por mi maldito destino
"voy al abismo arrastrado;
"me hizo el mundo desdichado
"con su terrible egoísmo,
"él me impelió hacia el abismo
"y al implorar yo piedad,
"la inhumana sociedad
"me escarneció con cinismo.

"¡La vida! ¡fatalidad!
"¿qué placer para mí encierra,
"si yo jamás en la tierra
"hallaré felicidad?
"Ante la cruel realidad,
"toda ilusión se derrumba;
"¡madre es fácil que sucumba,
"porque la ansiada hora llega,
"en que el gaucho Santos Vega
"vaya a ocupar una tumba!".

Así acabó el trovador;
y al terminar, su instrumento
lanzó un sensible lamento
que conmovió al payador.
De la aurora el resplandor
clareó la ramada umbría,
y al huir la noche sombría
ante esa luz mortecina,
también huyó la neblina
que a la campaña cubría.

Una que otra ave canora
de los campos argentinos,
con sus gorjeos y trinos
saludaron a la aurora;
mientras tanto Vega que ora
sobre esa tumba querida,
se alza y como despedida
un beso en la cruz estampa;
monta... y se pierde en la Pampa
con ruta desconocida...

El viejo rancho



Vuelvo a verte, viejo rancho,
el de los años primeros,
con mi cariño sincero
y mi devoción de gaucho.
Vaya pa vos el más ancho
aprecio que hayas sentido,
si a tu recuerdo prendido
está el de mi santa madre,
la almiración a mi padre
y el de mis años floridos.

Azotao por mil pamperos
como potros desbocaos,
con valor has aguantao
sol, heladas y aguaceros.
Pero te has mostrado entero
fiel en tu ley de cobijo,
aguantando siempre fijo
a la tempestad que cuadre:
porque sos como la madre
cuando defiende a sus hijos.

¡Cuántas escenas vivientes
evoco aquí al contemplarte,
como que de un mundo aparte
mi alma las vive y las siente.
No te encuentro diferente,
pa'mi siempre estás igual
aunque por la ley fatal
en que todo se envejece,
más te miro y me parece
que vas a ser inmortal.

Y pa que más gaucho fuera
diviso desde tu alero
el nido que alzó un hornero
en la saliente cumbrera,
cuando la noche afuera
tiende su negro crespón
y allá del lao del galpón
el silencio va quebrando
un grillo que está mostrando
la guardia con su canción.

Rompe la monotonía
desde el solitario tala,
de un chingolito la escala
anunciando el otro día.
Con su nota de alegría,
mi pensamiento despierta
y allá en la pampa desierta
y al ver lo que en mi alma pasa,
siento que mi gaucha raza
todavía no está muerta.

Milonga



Yo desde la Pampa vengo,
no traigo más que el montao,
más fortuna no he juntao
porque pa'tanto no tengo.
A formar rueda me avengo
con la mejor intención,
más prevengo en la ocasión
y que no pase de largo:
que como armas sólo cargo
el trabajo y la razón.

El estudio que he tenido
lo fui juntando en la vida,
son lecciones que aprendidas
las que de ella he recibido.
Si juntar más no he podido
mi saber aquí se planta;
mi ignorancia no se espanta
si en el afán de buscar:
defectos le han de encontrar
hasta el pájaro que canta.

No me pretendo igualar
con el que sabe o estudia
es como querer, la lluvia
tapar las aguas del mar.
Lo que tengo lo he de dar
aunque sea poco el valor,
habrá quien lo haga mejor
mas creo justo advertir:
que es necesario sufrir
pa'conocer el dolor.



lunes, 15 de octubre de 2012

¡Pucha!... Si no vale nada


 (Pintura: Eleodoro Marenco)
 
¡Oigalé al duro, paisanos!
háganme el bien de escuchar,
que aquí vengo a retozar
entre puros orejanos;
puros criollazos serranos
a que nunca quemó el fierro,
pero que oyendo el cencerro
que a los crioyos convoca,
en la vida dan la popa
¡pues son fieles como perro!

Quiero hablar de nuestras cosas,
de lo que hay en nuestra tierra,
de lo que vive y se encierra
en sus praderas hermosas;
de sus ríos, de sus chozas,
de sus sierras escarpadas,
de sus selvas dilatadas,
sus arroyos y sus flores,
de sus pájaros cantores
y sus brisas perfumadas.

De lo que al gaucho fascina,
lo subyuga y enamora;
su guitarra gemidora
y el caballo que arrocina;
de su rancho y de su china,
sus lecheras, su majada;
de una existencia pasada
a la orilla del fogón,
de toda una tradición
¡Pucha...! si no vale nada.

Cuando un potro se hace ovillo,
y el gaucho sale parao,
cuando muentra un reservao
que hace crugir el lomillo;
cuando sobre el cojinillo
se queda como pegada
la osamenta disgraciada
de ese gaucho en la ocasión;
toda es es conversación...
¡Pucha! si no vale nada.

Cuando en alas del deseo
volando su pensamiento,
pulsa el gaucho su instrumento
en sus horas de recreo,
hace un breve bordoneo
y con la voz entonada
se trenza en una payada
dando gausca a la petisa,
sobre temas que improvisa...
¡Pucha! si no vale nada.

Y cuando a batirse llega
porque motivos le dan,
y lucha como un titán
mano a mano en la refriega;
cuando al tigre en la masiega
va a chumbarle la perrada,
y con el arma montada
se le acerca paso a paso
y lo mata de un balazo...
¡Pucha! si no vale nada.

Cuando nubes de tisú
van cruzando por el cielo,
y canta el gaucho su duelo
como el triste urutaú;
y el ranchito y el ombú
se ven allá en la lomda,
y hay rumores de cascada
entre la selva vecina
donde la calandria trina...
¡Pucha! si no vale nada.

Y cuando despunta el día
y se cubre el horizonte
con rojos tintes que al monte
le dan vida y poesía,
y el gaucho con alegría
despuntando la cañada,
una décima silbada
va entonándole a su prenda,
mientras repunta la hacienda...
¡Pucha! si no vale nada.

Desata el sol en la esfera
y relincha el potro errante
su gran melena flotante,
emprendiendo la carrera;
por el llano y la ladera
se esparrama la majada,
la lechiguana colgada
en el árbol se cimbrea,
y eso que al alma recrea...
¡Pucha! si no vale nada.

Entre tanto, bajo el techo
del ranchito de totora
con la china que lo adora
vive el gaucho satisfecho;
y se ve de trecho en trecho
a la huerta cultivada,
a la carreta toldada,
al hornito donde amasa,
y otras cosas de la casa...
¡Pucha! si no vale nada.

¡Oiganlé al duro, paisanos!
dejenmé desensillar,
que aquí vengo a retozar
¡entre puros campechanos"
Criollazo hasta los tuétanos
soy, y al serlo tengo a gala,
soy retobao pa la bala,
correntón en la chacota,
y uso de potro la bota
y el chiripá a la orientala.

Tirador uso y facón,
para guardar el dinero
y por si algún pendenciero
me provoca sin razón.
¡Vengan, dénle un apretón
a este viejo del retrato,
que aunque le han metido gato
por liebre en el parecido,
es siempre el viejo curtido
que llaman Calisto el Ñato!